Para los cuidadores de personas mayores, el verano representa un periodo de desafíos. Las vacaciones de sus familiares, las temperaturas, la falta de actividades comunitarias… generan una realidad de mayor dificultad para el cuidado de los mayores dependientes. Las condiciones de salud como la diabetes, problemas cardíacos o respiratorios, pueden agravarse durante los períodos de calor extremo, requiriendo cuidados intensivos y una vigilancia médica constante. Por ello, cuidar a una persona dependiente en verano se una tarea que se complica aún más.
Conlleva riesgos graves, como la deshidratación, que es común debido a una disminución en la sensación de sed y la falta de ingesta adecuada de líquidos. Pueden darse “golpes de calor” que provocan mareos, confusión e incluso complicaciones más severas como convulsiones o pérdida de conciencia, haciendo crucial una intervención médica inmediata.
En el cuidado a domicilio en verano, los cuidadores enfrentan múltiples desafíos:
- Monitoreo constante: Es fundamental vigilar de cerca la hidratación y el estado de salud de los adultos mayores, adaptando su entorno y actividades diarias para prevenir complicaciones relacionadas con el calor.
- Adaptación al clima: Ajustar las rutinas diarias para evitar el agotamiento por calor y prevenir caídas, ya que la debilidad muscular y el mareo pueden aumentar significativamente durante los días más calurosos.
- Apoyo emocional y social: Además del cuidado físico, los cuidadores desempeñan un papel crucial al ofrecer apoyo emocional y compañía, mitigando el estrés térmico y el aislamiento social que los mayores pueden experimentar en esta temporada.
Proponemos
Priorizar la organización de actividades recreativas y sociales que promuevan el bienestar emocional y mental, ayudándoles a mantener una conexión significativa con su entorno y comunidad.
Alimentación refrescante y nutritiva basada en frutas y verduras, bebidas frescas enriquecidas con sabores naturales como las frutas y las hierbas aromáticas.
Potenciar el cambio de hábitos de sueño y pasear a primera hora de la mañana.
Y para el cuidador: dedicar tiempo de calidad de descansar y realizar tareas que palíen la sensación de fatiga emocional que produce el nivel de tensión que provoca esta situación.
Cuidar es un trabajo que requiere algo más que buena voluntad. Es necesario formarse en técnicas asistenciales y adquirir competencias psicoemocionales para el manejo adecuado de la situación.